domingo, 11 de enero de 2015

El milagro de la muerte.


He decidido ver al mundo
Escuchando la canción más triste.

Las flores han perdido su belleza
Me pesa la pena
Me pesa la vida…

De nada sirven las píldoras
Y por mucho que llore
Aun mi visión está en blanco y negro.

He perdido tanto..
Que me perdí a mi misma
- Lo perdí a él-.

No quiero comprender nunca el porqué de su partida.
El porqué de que mi cama carece de nada
Ni el porqué de la ausencia de sus manos en las mías.

Los días pasan tan rápido
Que no puedo recordarlos.
Y cuando siento calma
La culpa viene ahí, detrás de ella.

Hay una tristeza inherente en mí
Como si estuviese enamorada de mi vida
Y quisiera apoderarse de ella.
Yo la he dejado hacerlo…

Sufro de un flashback por cada noche
Y me sigue hasta lo onírico:

Sueño con el muchacho de ojos azules
Y las manos de seda.
Con el virtuoso y su guitarra
Que vuelve mi cuerpo su mejor canción.
Y me mira con el mar en sus ojos.
Deja a su instrumento de lado
Para tocarme mucho mejor que a él.

Y somos poesía,
Mezclamos nuestros colores,
Y me siento en vida otra vez
Siento de nuevo que respiro.

Y me alimento de cada una de sus palabras
Guardo su aroma en mi memoria
Como si supiera que desaparecerá.


Me separo de él solo para mirarlo una vez más
Cada parte de su figura:
Sus manos,
Su rostro…
Es tan perfecto que da miedo tocarlo.
Pero, como extrañaba mirarlo.

Y me sonríe
Y yo me derrito en sus manos.

Su rostro se torna gris cuando nota mis lágrimas.
Me pide que ya no llore más
Y su voz invade cada parte de mi.

Y la noche se vuelve cruel,
Sus sonidos me despiertan
Solo para darme cuenta que fue un sueño.
Vuelvo a la muerte en vida otra vez…

Cada día me vuelvo presa del jet lag que produce su ausencia.
Siento tanto miedo del pasado,
Tanto miedo de recordar aquel día y momento
En que el maldito destino decidió arrancarlo sin piedad de mi vida.

Estoy tan llena de personas que dicen amarme
Pero aun así me siento en soledad
Es que yo la he elegido, creo.
Si después de él es imposible alguien más.

Creo que ya ha sido suficiente de mi
Soy como un fantasma gritando por más vida.
Y yo sé que la vida ya no me necesita.

Recuerdo que le prometí a él jamás dejarlo.
Cuidé tanto de sus noches y de sus miedos
Que me he quedado sin a quién cuidar.

Cuando mi mente no es piadosa
Puedo recordar como la vida escapaba poco a poco de su cara
Como sus manos sujetaban las mías con tanta fuerza
Como sus ojos gritaban por mi ayuda
Y como su boca decía “te amo “por última vez
Y yo…
Yo no pude hacer nada.

Su corazón se detuvo ante mi presencia
Y ni siquiera tuve tiempo de decirle cuán agradecida estaba de ser dueña de su amor.
Yo hubiera querido arrancarle el dolor e incrustármelo a mí con tal de no verlo llorar.


El no quería irse,
El clamaba vida a gritos, pero nadie lo escuchó.

He vuelto a la cama,
Donde el sueño, extrañamente, domina mi cuerpo.

Mientras dormía sentí tanto dolor, como si me estuviesen arrancando los latidos del corazón.
Y hubo un punto en el que una inimaginable paz inundo mi espíritu. 
Después de silencio absoluto e imágenes en blanco y negro
Pude sentir un roce familiar en mis labios.

Abro los ojos para encontrarme con la gloria en frente de mí.
Su mirada tenía alegría que parecía que fuese a rebalsar.

Me lanzo a sus brazos
Como si me lanzara en caída libre a la felicidad misma.
El me besa los ojos y toca mi cara
Como si hubiera pasado mil vidas sin sentirnos el uno al otro.
Me susurra al oído que estuvo esperando por mí
Y yo grito al universo cuanta falta me hacía ver su sonrisa.

Ahí es donde escucho el preludio de su voz
Decirme con tanta fuerza que en cualquiera de sus vidas me amará.
Pareciera que dominara a la perfección cada uno de mis sentidos.

Me muestra su paraíso, nuestro paraíso.
Siento la felicidad salir por mis poros
Y volamos, pareciera que volamos.


Y vivimos juntos,
Cantándole al viento
Besando los días
Viviendo la vida en muerte,
Haciéndole, juntos, el amor a la muerte.











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